Tomado de: @gustavopetrourrego (IG)
Parece una relación tóxica. De amores y odios. La relación entre la izquierda y el centro en el gobierno de Gustavo Petro ha tenido altos y bajos. Desde la andanada uribista en contra del Acuerdo de Paz, encontraron puntos en común en temas fundamentales como la paz, las libertades individuales, la lucha anticorrupción, el problema del narcotráfico y la política social, entre otros. El gobierno conservador de Iván Duque, la continuidad que representó Federico Gutiérrez y los vacíos de Rodolfo Hernández reforzaron estas coincidencias y llevaron a que la alianza (victoriosa) se concretara en la segunda vuelta de las elecciones 2022.
La luna de miel fue un éxito. En los primeros seis meses de gobierno, el presidente Petro logró pasar la mayor reforma tributaria de la historia, y el Congreso también dio su visto bueno a la creación del Ministerio de Igualdad y al proyecto de ley que sentó las bases de la política de paz total. La unión era dulce y contagiosa. Petro aumentó sus niveles de favorabilidad, superando sus votaciones en primera (40,34%) y segunda vuelta (50,44%). De acuerdo con la encuesta Polimétrica de Cifras & Conceptos, el presidente mantuvo una favorabilidad de 62% hasta noviembre de 2022.
Llegó el 2023 y el debate de la reforma a la salud trajo a flote diferencias de fondo que la izquierda y el centro no han podido conciliar. ¿Cuál debe ser la participación del sector privado en la política social? ¿Cuáles son los verdaderos impactos sociales y económicos de las reformas de los noventa? Su resultado fue la salida de José Antonio Ocampo, Alejandro Gaviria y Cecilia López (los símbolos de esta alianza) del gabinete. Y cuando sí hay coincidencias de fondo, aparecen las diferencias de forma. Sucedió en la aprobación de la reforma pensional. Mientras que el petrismo justificó la adopción del texto aprobado en Senado a último momento por la “operación tortuga” adelantada por la oposición, la Representante Catherine Juvinao manifestó que el gobierno “quedó reducido a lo que siempre criticó, la trampa y el todo vale como forma de hacer política…”. Tras su rompimiento con el centro, la favorabilidad del presidente se ha reducido hasta el 38% en junio de 2024.
¿Es posible una reconciliación? Dependerá de cómo se desarrollen las próximas elecciones presidenciales. Las diferencias respecto a las pasadas elecciones serán más marcadas. La izquierda etiquetará al centro como una derecha camuflada, enemiga de las reformas del cambio, e intentará capturar la centro-izquierda para incrementar sus apoyos. El centro, con el objetivo de capturar a los moderados de la izquierda y la derecha, equiparará el petrismo y el uribismo como dos opciones que gobernaron con las mismas prácticas autoritarias, clientelistas y corruptas.
La posibilidad de una nueva alianza aumentará en caso de que la extrema derecha llegue a la segunda vuelta. Para frenar el ascenso al poder de la extrema derecha, la izquierda y el centro se coquetearán, pero para reconciliarse tendrán que superar los obstáculos que impidieron el cogobierno entre las ideas progresistas, liberales y socialdemócratas. La izquierda lideraría esta eventual alianza por las fuertes bases del petrismo, que le garantizaría un cupo en la segunda vuelta. En este sentido, el camino más viable para que el centro alcance el poder es superar en votos a la derecha en la primera vuelta y competirle el poder a la izquierda en la segunda.
En consecuencia, la izquierda y el centro se seguirán necesitando. La izquierda combatirá al centro para intentar ganar en primera vuelta y el centro no puede llegar al poder sin enfrentar a la izquierda en una segunda ronda. Sin embargo, su historia de amor puede revivir de las cenizas con la misión de derrotar a la extrema derecha. Toda una relación tóxica.